top of page

El especismo como imperialismo cultural

El especismo como imperialismo cultural

En otra entrada he reflexionado sobre el problema del imperialismo cultural. En esta entrada propongo centrarnos en analizar al especismo como imperialismo cultural. Una primera problemática con esta propuesta es que parecería que para que unos individuos puedan ser víctimas del imperialismo cultural, estos deberían tener ya una cultura. Esto abre la pregunta sobre si lxs animales no humanxs tiene una cultura.


¿Una cultura animal?


Según hemos establecido, la característica central de una cultura son las condiciones formativas, las cuales incluyen prácticas y reglas para socializar. Si esto es todo lo necesario, entonces no debería haber lugar a duda de que hay culturas animales. Lxs perrxs tienen maneras de socializar, a través de ladridos y de un lenguaje corporal distinto al de lxs humanxs, lxs cuales a nuestra vez tenemos una manera de socializar distinta a la de lxs pájarxs, pues varias especies de pájaros utilizan su canto y sus alas con este fin.





Sin embargo, gran parte de la teoría sobre la cultura, principalmente durante el siglo XX fue pensada para aplicarse únicamente a lxs seres humanxs. Como consecuencia de esto, mucha gente concibe a la cultura como algo humano, o más aún, como las características que define a lo humano. Para justificar esta concepción varixs antropólxs establecieron una distinción entre imitación simple e imitación auténtica. De acuerdo con esta distinción, la imitación auténtica, a diferencia de la simple, involucra una intención de copiar una técnica o condición formativa para alcanzar un fin específico. La cultura sólo podría ser consecuencia de la imitación auténtica.


Con esta distinción, estxs antropólogxs argumentaron que lxs animales no humanxs simplemente imitaban, pues no había una intención detrás de sus prácticas y, por lo tanto, no podían tener una cultura. Este argumento fue sustentado con experimentos en humanxs y simios, donde infantes humanxs eran capaces de imitación auténtica, al imitar las acciones de otrx humanx para resolver un acertijo o conseguir comida, pero lxs simios no eran capaces de imitar de tal manera a lxs humanxs.


El argumento presentado desde la antropología del siglo XX tiene dos problemas centrales.


El primero es que opera en el sentido inverso a cómo un argumento de este tipo debería. En lugar de preguntarse si una creencia, en este caso la idea de que la cultura es exclusivamente humana, es verdadera y buscar argumentos o evidencia a favor o en contra, el argumento parte de que la creencia es verdadera y busca establecer distinciones arbitrarias para justificarla. Esto sugiere las siguientes preguntas: ¿qué hace especial a la imitación verdadera? ¿Por qué la cultura sólo puede ser transmitida a partir de ella?


El segundo problema es que los experimentos no establecen un piso parejo. Por su puesto que será más sencillo para los infantes humanos imitar a un humanx que para un(x) simio imitar a un(x) humanx. Análogamente es más sencillo para un(x) humanx imitar a un(x) humanx de su propia cultura que a unx de otra.


Hay dos maneras de emparejar el piso.


La primera es educar a simios en un contexto humano y observar si la familiaridad con la conducta humana tiene repercusiones en su capacidad de imitación. Se han realizado experimentos siguiendo este procedimiento y han tenido resultados sorprendentes. No sólo otros simios son capaces de imitación auténtica de humanos, sino que incluso son mejores imitadores que los humanos. En uno de estos experimentos la modelo realizaba una serie de pasos para obtener una recompensa, algunos de estos pasos eran innecesarios para completar el proceso. Lxs niñxs humanxs siguieron todos los pasos, incluso los innecesarios. Lxs simixs sólo imitaron aquellos pasos esenciales para el procedimiento.


Estos resultados han desenmascarado a los defensores de la cultura como algo exclusivamente humano. Pues ahora su estrategia se ha revertido. Algunos psicólogos han argumentado que la sobre imitación es superior a la imitación auténtica, pues no someter la imitación a las intenciones o la racionalidad de los infantes permite adquirir habilidades importantes que podrían no ser valoradas por los infantes al carecer de suficiente información. Ante esto las palabras de De Waal son contundentes, ahora resulta que “la fe ciega es la verdadera estrategia racional”.


La segunda manera de emparejar el piso en la investigación empírica sobre la imitación auténtica se conoce como el enfoque conespecífico: utilizar modelos a imitar que sean miembrxs de la misma especie que los imitadores. Este enfoque ha mostrado contundentemente que lxs simios son capaces de imitación auténtica, al imitar la solución de un acertijo resuelto por su madre sin haber recibido ninguna indicación.

Imperialismo cultural especista


Hasta ahora he argumentado que conceptualmente podemos identificar a los animales no humanos como miembrxs de una cultura. Y que a pesar del escepticismo de algunxs, hay amplia evidencia empírica de que, al menos, algunxs simixs tienen una cultura propia.


Sin embargo, en realidad esto no es del todo necesario para establecer que lxs otrxs animales son víctimas del imperialismo cultural. De acuerdo con nuestra definición, lo único que es necesario es la postulación de una supuesta cultura universal y la evaluación o devaluación de los individuos que no pertenecen a ella.

Hay múltiples ejemplos sobre cómo los animales no humanos son socialmente evaluados y devaluados desde culturas que se asumen como universales. Los comportamientos y prácticas de millones de animales son juzgados desde los estándares de diversas culturas humanas. Lxs burrxs son considerados necixs, lxs puercxs poco higiénicxs, lxs gatxs perezosxs, lxs buitres malintencionadxs, lxs perrxs escandalosxs, etc. Estos ejemplos muestran que lxs otrxs animales son juzgados asumiendo que rasgos que algunas culturas humanas valoran son universales, y que los comportamientos que no son acordes con ellas son reprobables.


Esta devaluación va acompañada de prácticas que evitan que los animales se expresen o se desarrollen como deseen, es decir, que los oprimen. Ejemplos de estas prácticas pueden encontrarse en los circos, donde ciertas conductas naturales de los animales son inhibidas. Otros ejemplos los ofrecen lxs animales que viven en el hogar. Lxs perrxs son mutiladxs para ajustarse a estándares propios de culturas humanas, mientras que lxs gatxs también son mutiladxs para no desarrollar conductas propias de su especie. Adicionalmente, estos animales no humanxs son vestidxs y tratadxs como humanxs pequeñxs: vestidxs, socializadxs y referidxs como tales, lo cual, según la filósofa Lori Gruen, es un claro ejemplo de imperialismo cultural, pues se juzga la apariencia y el comportamiento usual de estxs animales como inapropiado, por lo que se opta por incorporarlos artificialmente a alguna cultura humana.





Tanto el hogar como los circos también ofrecen ejemplos de dominación, pues en ambos casos lxs animales son víctimas de un poder arbitrario que los obliga a adecuarse a estándares de una cultura humana ajena a ellxs.

Adicionalmente, el imperialismo cultural es utilizado para justificar prácticas de opresión y dominación hacia los otros animales. Rituales como las corridas de toros o el festival hindú Gadhimai son ejemplos de actos donde la tortura y el asesinato de animales no humanxs es justificado a través de la cultura. Esta justificación sólo puede funcionar si se concibe que ciertas culturas humanas son superiores o más importantes a las culturas de lxs animales víctimas de estos actos, o bien se piensa que estxs animales no tienen cultura alguna. En ambos casos, es desde una cultura ajena a ellos que se devalúa a los animales, y es a través de esta devaluación que la opresión y la dominación operan.

Concluyo esta entrada. Conceptualizar al especismo como imperialismo cultural ofrece diversas ventajas:

  1. Permite visibilizar una dimensión importante del especismo que usualmente permanece oculta.

  2. Posibilita relacionar la lucha contra el especismo con otros movimientos sociales que demandan justicia.

  3. Permite cuestionar prácticas normalizadas incluso por miembros del movimiento por los derechos de lxs animales.

Referencias: Gruen, Lori, “The Faces of Animal Oppression”, en Dancing with Iris, Ann Fersuson y Mechthild Nagel (eds.), Oxford University Press, 2009, pp. 161-172. Jones, Robert C, “Animal rights is a social justice issue”, en Contemporary Justice Review, 18:4, 467-482.

Young, Iris Marion, Justice and the politics of difference, Princeton University Press, 1990.

De Waal, Frans, Are we smart enough to know how smart animals are?, W. W. Norton Company, 2017.

41 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
Post: Blog2 Post
bottom of page